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La angustia virtual como lazo social


 “La zona de angustia (así la denominaba Erdosain)…era la consecuencia del sufrimiento de los hombres, como una nube de gas venenoso se trasladaba de un punto a otro…sin perder su forma; plana y horizontal”. 
Roberto Arlt. Los siete locos.




Las plataformas de “conexión” digital nos venden la ilusión de reuniones grupales, de charlas abiertas, de vinculación constante. Y siento que nada nos genera más angustia y opresión que realmente darnos cuenta que atrás de eso no hay nada real. Amigxs, le hablamos a una pantalla. 

El lazo social es por definición una de las necesidades humanas más importantes y un derecho social establecido: la construcción vincular con el otrx es fundamental para una salud mental equilibrada y para el desarrollo cognitivo de cada persona. No existe otra manera de aprender y transitar el mundo que no sea al lado de otrxs que nos muestren sus experiencias y perspectivas. 

“El lazo social para mi es el vínculo que nos conecta con otras personas y que se sostiene mediante un ida y vuelta energético, de acciones y de emociones. Se retroalimenta”. Magalí 

“El lazo social para mi es lo que nos conecta con nuestros cercanos. El vínculo que tenemos con nuestra sociedad día a día. Lo elegimos según lo que necesitamos de manera inconsciente y nos nutre como personas. Somos seres sociales y sin otros no habría vida”. Juan 

“El lazo social lo interpeto como una necesidad, es la vinculación con lxs otrxs. Es generar un encuentro que puede ser emocional y afectivo”. Daiana 


Podemos entonces decir que hoy nos une la angustia virtual de sabernos cada vez más distantes. Lo que genera más empatía en redes es cuando alguien se muestra vulnerable, solx, triste, rotx. Eso atrae enseguida la mirada ajena, repercute en un padecimiento compartido que se traslada de manera inmediata a una catarata de mensajes “estoy en la misma”. Nos une la desolación, la distancia y la sensación de exclusión constante. Estamos siempre intentando “entrar” a un mundo que no nos pertenece, que nos queda lejos, que ni reconocemos la puerta. Inventamos malabares de estrategias marketineras para ingresar, para “llegar”, para que nos vean y nos reconozcan. 

¿Quiénes? ¿Cuántos? ¿Qué número es suficiente? 


“En redes, veo también la parte de la exigencia que requiere crear contenido, si alcanza las expectativas de likes o no. Veo mucho esfuerzo. Veo que hay una tendencia que se necesita estar constantemente activo mostrando para poder vender y alcanzar cualquiera sea el objetivo: reconocimiento, posicionamiento. Veo cosas re-creativas pero a su vez forzadas, no porque sea un contenido malo, pero con un exceso de energía puesto ahí en las redes. Y esto que digo me re pasa, abruma”. Magalí


Medimos éxito y valoración según cantidad de megusta, y abandonamos por completo nuestro entorno social. Damos por sentado nuestros vínculos, las personas que tenemos al lado. Incluso, claro, damos por silenciadas las voces que nos rodean en el presente y nos zambullimos en un mundo virtual pidiendo que se nos escuche y se valore nuestra voz detrás de un @. Pero amigx, tu abuela te está hablando, tu mamá te pide algo, tu sobrinx te invita a jugar, tu pareja te está contando su día. Ah no, pero lo que importa del “vínculo social” se esconde en un celular (¡?).

“Últimamente es algo que vengo trabajando el tema de lograr conectar con las personas en el momento presente, intentando dejar el celular a un lado, prestando atención en las conversaciones del momento sin que la mente divague en otros asuntos” Juana 

“Siento que las redes sociales acercan completamente, salvo cuando se está con otrx de forma presencial y está la tecnología de por medio. Ahí puede ser que aleje porque una puede estar pendiente del celular y no tan presente en el momento”. Daiana 


Y como lo que sucede dentro de los parámetros del mercado de consumo digital, jamás nunca va a lograr satisfacer nuestra demanda-sufrimiento de atención social-virtual, entonces seguimos reproduciendo contenido dramático para que otrxs simpaticen, compartan, likeen y sentirnos un poquito más “cerca” , más “comprendidxs” , más “seguidxs”.


Alfredo Carballeda, trabajador social, profesor e investigador, menciona el concepto de “terrorismo de mercado” en relación a la ruptura del lazo social y a la construcción desencadenante de individualidades competitivas. Eso, trasladado al consumo de plataformas de interacción digital (me resisto a denominarlas redes sociales, porque considero que ese concepto es mucho más humano y amable que lo que representan) nos abre un panorama de consumo adictivo en el cual todo lo que queremos conseguir en el mismo instante que creemos obtenerlo, deja de tener valor porque atrás viene otro objeto, libro, curso, terapia, conducta, vínculo mejor y más “evolucionado”. Incluso cuando hablamos de “alance”, nunca existirá un número que nos resulte suficiente. 


“Pareciera que lo que sobresale como expresión del malestar es una especie de afirmación que se hace desde los profetas del mercado que culmina en una salida que podría sintetizarse en la idea de habitar dentro de una civilización donde pasa todo y nada a la vez. El movimiento acelerado de imágenes, discursos, bienes, propuestas y múltiples posibilidades, transforman la velocidad en inmovilidad a partir de tornase imposible obtener cualquiera de esas propuestas, sin que ésta se transforme en antigua y sin valor, al instante de ser alcanzadas”. 

Alfredo Carballeda. La Intervención Social en los escenarios actuales. Una mirada al Contexto y el Lazo Social Revista Margen N° 68, Año 2013


Este mecanismo de consumo acelerado (por más que no cargues los números de tu tarjeta en alguna plataforma, el consumo responde a lo que destinas tu tiempo, tu energía y tu atención), nos tiene esclavos del algoritmo, con el dedo entumecido de tanto scrolleo y con una sensación de ansiedad por correr (sin moverte del sillón), atrás de un nuevo producto, discurso o programa. Toda esta maquinaria pervierte el ser social que somos, nos desgarra del mundo real, nos quita la perspectiva y la sensibilidad. Y toda la angustia que eso nos genera, como no tenemos ya el impulso de buscar un refugio en el abrazo humano, lo trasladamos a una story (o mejor a un reel para más alcance) a ver si alguien del otro lado hace como que me ve y le importo. Y ahí vamos, en un círculo vicioso que consume nuestra humanidad como ser social y colectivo que somos. 

“Con las redes sociales lleno un vacío que termina siendo irreal, porque lo que extraño es estar carne a carne físicamente y ver al otro a los ojos, entonces es como un calmante, un placebo“. Magalí 

“El contacto es tan necesario en el encuentro, ya sea más formal o más informal: un apretón de manos, un saludo, un abrazo. El cara a cara es un 100% de lo que yo considero los lazos sociales. Estar con otrxs responde a la necesidad de pertenecer a un grupo social humano”. Daiana 

La invitación es a mirar para afuera, ir de la pantalla a la vereda, dejar de hablarle a seguidorxs y encontrarnos con gente (sin necesidad de postearlo en ningún lado). Reconocer nuestra necesidad vital y orgánica, y ejercer nuestro derecho humano inalienable, fomentando y practicando el lazo social.




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