Ir al contenido principal

Los 5 Principios de la Ayuda Social


El otro día vi las historias sobre una chica que está a cargo de un hogar de niñxs en Uganda; y ella decía algo respecto a "ayudar allí donde se necesite eso que nosotrxs tenemos para aportar".

Contaba que le llegan muchos pedidos de gente que quiere ir a voluntariar y ella ha aclarado UN MILLÓN DE VECES que no reciben voluntarixs porque todas las tareas del hogar están cubiertas por personas locales contratadas que pueden sostener a largo plazo el proyecto; siendo que la entrada y salida de voluntarixs sencillamente complicaría la dinámica de su organización en la que, ni más ni menos, cuidan a como 20 niñxs cual una familia. Así todo, la gente "se ofende" porque no recibe voluntarixs, porque muchxs aportan económicamente al proyecto y “quieren ir a conocer”. Ante esta situación, entonces, podemos preguntarnos: ¿Cuál es la real intención ahí? ¿Querés ir a ayudar o ir a sacarte la foto con lxs nenitxs de áfrica para subir a tus redes? ¿Quéres ayudar o solo dar lo que vos tenés para dar ahí donde no lo necesitan?

Entonces, ella aclaró en historias que hay miles de otras ONG que sí precisan ayuda voluntaria y que, seguramente, esa colaboración sería de gran aporte en otras organizaciones.


Por otro lado, vi un reel de Lama Rinchen, un maestro espiritual, donde explica que la meditación no es un acto egoísta como muchxs creen, sino una manera de contribuir a nuestro bienestar para poder, entonces luego, ayudar a otrxs ahí donde se nos necesite. Y nos regala una frase sumamente reveladora, diciendo "SI NO PUEDES AYUDAR, POR LO MENOS NO HAGAS DAÑO".


En este sentido, me gustaría agregar que, así como es necesario cultivar nuestra espiritualidad y profundizar nuestra consciencia para ser cada vez mejores personas, también es necesario, en algún momento de nuestras vidas, salir al mundo para ser útiles a lxs demás. Hay un fino límite entre quedarse meditando in aeternum de manera individual únicamente para desarrollar mi espíritu, y ocuparme de mis heridas, transitar todos los caminos posibles hacia la sanación, la integración y la evolución de mis aprendizajes para, entonces, ponerme al servicio allí donde se me necesite.


A raíz de esta información, estuve pensando bastante en esto de cómo ayudamos cuando queremos ayudar a otrxs. Ya sea de manera individual, grupal o colectiva. ¿Desde dónde ofrecemos nuestra ayuda, qué se nos juega de nuestro interés por ser útiles al mundo, cuánto aparece el ego en nuestras conductas solidarias, cuánto lugar le damos a la escucha del otrx para saber, primero, qué necesita?


Hace algunos años, haciendo un voluntariado de acompañamiento socio-emocional a lxs afectadxs por los incendios en la Comarca Andina, pude ver cómo había personas que solo aparecían allí por el mero hecho de “querer ayudar”, sin indagar, sin consultar, sin habilitar un diálogo; solo aportando lo que tenían para dar sin saber si era eso lo que se estaba necesitando. Vi muchxs voluntarixs con la energía desbordada queriendo hacer-hacer-hacer sin saber bien qué, ni dónde, ni cómo; sin frenar unos minutos a consultarle a la gente. Grupos de personas descargando donaciones sin sentido en los terrenos incendiados de lxs vecinxs, que se terminaban mojando y arruinando. Participé de reuniones donde, buscando un incentivo económico gubernamental para que se financie el proyecto, se proponía llevar obras de teatro a los barrios incendiados donde la gente a duras penas volvía a construir sus casas, sin saber si era eso lo que necesitaban para “entretenerse”, como se argumentaba. En otra ocasión, estando en el terreno de una de las familias, tomando unos mates, conversando con Osvaldo, levantando de a poco, de nuevo, las paredes de su hogar; se presentó un grupo de personas de la nada, con un par de plantines y una bolsa de artículos de higiene para dejar en cada terreno y sacar la correspondiente foto. Ingresaron, entregaron las cosas y se fueron. Sin saludar, sin preguntar, sin escuchar.

La bolsita de artículos de higiene tenía, por ejemplo, toallitas menstruales y cuando Osvaldo, que vive solo con su hijo varón, las vió se rió y enseguida pensó que se las regalaría a alguna vecina.

Claro, no pareciera tan grave. La gente quiere ayudar y dá lo que tiene, podemos pensar. Pero cuántas veces, ese apuro por dar, esa necesidad egoísta de dar, esa búsqueda heróica de dar, obstaculiza, traba y básicamente anula la subjetividad, el deseo y la necesidad de quien recibe esa ayuda.


En ese entonces, y a raíz de ese episodio puntual, escribí este posteo: “Hay que callarse la boca y escuchar”.


Un ejemplo claro, también en ese momento de los incendios, fue la exageradísima donación de ropa desde todos los rincones del país, donde, por supuesto, se encontraban bombachas rotas, remeras manchadas y agujereadas, zapatos sin sus pares, etc, etc, etc. Sí, la gente necesitaba ropa porque había perdido todo, pero no por eso son un contenedor de tus residuos.


Del mismo modo, nos sucede a diario entre nosotrxs con nuestros propios vínculos. ¿Cuántas veces dimos consejos a alguien que no nos lo pidió y metimos la pata? ¿Cuántas veces, le dijimos al otrx lo que “tiene que hacer” según nuestra mirada del mundo, y quizá se ofendió, se incomodó o se frustró?


Hace poco, charlando con una amiga que trabaja desde las constelaciones familiares, le conté una situación delicada que estaba atravesando y lo primero que hizo fue atiborrarme de preguntas, propias de su herramienta terapéutica, para que yo me cuestione, me indague y me caigan fichas. Y entonces ahí, charla mediante, descubrimos que a veces no necesitaba de sus preguntas reveladoras, que a veces solo necesitaba compañía, silencio, o un “sí, te entiendo” y listo. Ella, por su parte, entendió que esa es su forma de darse a lxs demás en los vínculos y pudimos comprender cuán importante es preguntar antes de dar lo que tenemos. Porque quizá, eso que tenemos no es lo que el otrx necesita, no?

Te quiero amiga, gracias por tus preguntas incómodas 

que, cada tanto, te sigo pidiendo, obvio!


Entonces, luego de todo esto, llegué a algunas conclusiones y se me ocurrió reunirlas en "Los Principios de la Ayuda Social", para ordenarnos cuando tenemos interés de ofrecernos a otrxs, para tener en consideración ciertas pautas y pasos, para no entorpecer los procesos y para estar al servicio desde un lugar de escucha, respeto, sostén y paciencia. Veamos…



  1. PREGUNTAR, ESCUCHAR Y CONFIAR

Para comenzar a ayudar a un otrx, ya sea un amigx que precisa un consejo, un grupo de personas que presentan alguna problemática, o una comunidad que requiere resolver una necesidad o una urgencia, el primer paso es preguntar, escuchar y confiar.

Es prudente empezar preguntando al otrx qué necesita para dejar de suponer, para no avasallar, para no ofrecer algo que yo quiero "sacarme de encima" y solo terminará siendo un estorbo. Preguntar es la puerta de entrada al vínculo que se construye en la ayuda social. No podemos ir hacia un otrx (sea quien o quienes sean) a DAR lo que YO TENGO. Porque eso, lejos de ser ayuda es convertir a otro en un depósito de mis culpas, mis cargas, mis mambos. 

Incluso cuando siento que lo hago desde el amor y la mejor intención. Si yo doy a otrx lo que tengo porque CREO que lo estoy ayudando, pero nunca le consulté primero qué necesita, creanmé, eso no es ayuda.

Cuando preguntamos, lo hacemos desde el total respeto por la situación que está atravesando la otra persona, el grupo o comunidad, sin juzgar, sin anteponer mi visión de las cosas, sin dar opiniones anticipadas. Consultamos abiertamente:

  • “¿En qué creés que yo puedo ayudarte?”

  • “¿Qué están necesitando para transitar este momento?”

  • “Si se les ocurre algo en lo que pueda ayudarlxs, me avisan y estoy”

  • “¿Qué creés que te haría mejor ahora?”

  • “¿Hay algo que pueda hacer por ustedes?”


Puede que, en ciertas ocasiones, la persona/grupo/comunidad NO SEPA lo que necesita. Y ahí, entonces, será otro el proceso de acompañamiento (que puedo desarrollar en otro artículo si quisieran).



Bien, entonces, luego de PREGUNTAR es clave abrirnos a la ESCUCHA y CREERLE al otrx. Si pregunto, es para confiar. Nunca jamás para decirle "Ah no, pero yo creo que vos necesitás esto". Sino pa´ qué preguntamos, no? 

Cuando escuchamos, escuchamos la versión del otrx SIN INTERPRETAR. No estamos haciendo análisis psicoanalítico ni una biodecodificación de su necesidad (a no ser, que esa sea específicamente la ayuda que nos pida). Estamos escuchando, abierta y desprejuiciadamente para saber QUÉ necesita y CREERLE. No desvalorizar la emoción o la necesidad del otrx, no deslegitimar su dolor o su perspectiva compleja sobre lo que le sucede. Lo que le pasa al otrx, es del otrx y si eso le hace sufrir, ahí estaremos para aportar en su alivio en la medida que nos sea posible y que el otrx lo permita.



  1. DOY LO QUE EL OTRX NECESITA

Si, entonces, tengo aquello que el otrx necesita y se lo puedo dar, genial! Contribuimos a colaborar con lo que se pidió de una manera concreta y eficaz, sin adornar ni agregar nada. Damos lo que se necesita, sin desarmarnos en el intento, sin ofrecer “un poco más por las dudas”, sin entregar algo de esto que nos sobra, o aquello que “capaz también le viene bien”. Si no lo pidió, no se entrega. Luego, pueden construirse en el camino, otras variables, otras nuevas necesidades y evaluaremos, en conjunto, si aún soy yo la persona que tiene lo que el otrx precisa. No damos como compulsión para llenar nuestros propios vacíos. Damos, desde la consciencia de acompañar en el alivio de una situación problemática.

Además, si tengo lo que el otrx necesita, lo doy SIN ESPERAR nada a cambio, sin esperar retribución, reconocimiento NI SIQUIERA gratitud. Esto no es un intercambio de servicios. Vos estás brindando algo porque primero le preguntaste al otrx qué necesita y decidiste ofrecerlo con responsabilidad.

Pero NO DAMOS para que el otro ME DEVUELVA. Jamás nunca de los jamases por favor se los pido! No damos para reclamar ni reprochar ni guárdanos una carta bajo la manga y después de 5 años aparecer diciendo "porque cuando yo te di esto". Horrible, espantoso, así no se ayuda. Para eso, no!

Y tampoco damos “para que el Universo me devuelva”, porque es la misma mierda! 

Quedate tranquilx que si lo estás dando desde el amor, la intención genuina de acompañar y ayudar a otrxs, ese acto se te va a retribuir, sin dudas, desde otros lugares de la vida, quizá los menos pensados. (Igual no lo hacemos por eso).


  1. NO OFREZCO OTRA COSA

Una vez que preguntamos, escuchamos y creemos, tenemos que evaluar si eso que necesita el otrx YO LO PUEDO DAR. Porque si NO LO PUEDO DAR, si no está a mi alcance, o no sé, o no tengo las herramientas, o me supera la situación o lo que fuera, ME CORRO!! No interrumpo, no entorpezco. Si no tengo para dar lo que se necesita, NO OFREZCO OTRA COSA solo para aliviar mi necesidad de ayudar. Vamos y buscamos a otrxs que quizá sí necesiten lo que yo tengo para dar. Creeme, encontrarás donde brindar eso que vos querés ofrecer.


De verdad, si unx amigx nos pide un vaso de agua y solo tenemos jugo, le decimos, "mirá amigx, entiendo que necesitás agua y me encantaría ofrecertelá, yo en este momento solo tengo jugo y sé que eso no es lo que necesitás ahora". Si el otrx entonces ahí ELIGE el jugo, ok, barbaro. Todxs felices. Pero sino, NO ESFUERZO la ayuda solo por "ayudar". 

  • “Dale, tomá el jugo, es lo mismo”

  • “Yo puedo darte esto, no me lo rechaces”

  • “Ay! pero vine hasta acá con este jugo riquísimo y al final solo querés agua, ¿ves cómo sos?”

  • “Una vez que traigo jugo, vos no te dejás ayudar”. 

Y un millar de frases de estas podemos encontrar cuando alguien se siente heridx en su necesidad de ayudar por el mero hecho de darse a lxs demás porque no sabe darse, primero, a sí mismx aquello que necesita. 



  1. HACER PUENTES

Ahora bien, si NO TENEMOS lo que el otrx precisa, lo comunicamos con claridad, sin culpas ni exigencias. No se está esperando de nosotrxs que seamos lxs salvadorxs de nadie. Y en caso que así sea, problema del otrx. Si yo no tengo lo que necesitás, reconozco que no puedo ayudarte y me corro. Y entonces, puedo ayudar a BUSCAR A OTRX que sí tenga para dar eso que se necesita. 

Hagamos puentes, tejamos redes, construyamos apoyo colaborativo. Acá se juega mucho la corrida del EGO, porque, de nuevo, "AY, PERO YO QUIERO AYUDAR". Amigxs, ¡hay que entender que básicamente no podemos con todo y que no todo lo que tenemos le sirve a cualquiera! 

Y debemos ser conscientes que si la situación supera mis potencialidades o mis recursos, hay muchísimas otras personas que sí podrán ayudar y de una manera mucho más eficaz.

Para eso es prudente reconocer nuestros límites, saber hasta dónde sí puedo dar, qué tengo disponible como recursos, qué puedo construir con mis herramientas y cuáles son las cosas que sé que podrían dañarme si me esfuerzo a darlas. Porque, muchas veces, desde la intención desesperada de dar-dar-dar, no medimos lo que eso puede provocarnos a nosotrxs mismxs cuando damos de más, o hasta lo que no tenemos, con tal de “ayudar a otrxs”. ¿Qué nos falta ahí, qué vacío estamos queriendo tapar?



  1. ACOMPAÑAR

Si está dentro de mis posibilidades, luego de dar lo que el otrx necesita o de contactar con otra persona que tiene eso que se necesita, puedo acompañar, sostener, abrazar, seguir escuchando, contener. 

Luego del vaso de agua, de la rifa solidaria, del taller gratuito que dimos en un barrio, del consejo que mi amiga me pidió, del dinero que presté, de lo que fuera... no nos vamos, nos quedamos. Esa es la parte más compleja de ayudar: sostener. Porque, muchas veces, eso que el otrx dice que necesita no termina ahí. Muchas veces, eso que el otrx dice que necesita es una excusa (suya, subjetiva y sumamente válida) para construir un vínculo, un lazo, un encuentro, una cercanía. 


“Dije que necesitaba agua, pero en realidad, quería un abrazo”. 


Entonces si yo no tengo el agua, puedo conseguir a otrx para que se la ofrezca, pero seguramante tengo todas las herramientas para sostener lo que sigue: el abrazo, la charla, la escucha, el silencio, la contención, la compañía, la quietud, el movimiento, la transformación.

Porque, de nuevo, ayudar no es depositar afuera lo que me sobra, o entregar lo que tengo como un acto de beneficencia y, al instante, pegar media vuelta y seguir con mi vida. Ayudar es comprometerse con el bienestar del otrx, con realmente querer contribuir a aliviar aquello que le esté pasando, sinceramente desear aportar algo al mundo que sea valioso, próspero, efectivo.
Sí, cada tanto donar algo de ropa o las zapatillas que ya no usás pero aún están en buenas condiciones, colaborar con una rifa o colecta, acercarte a una organización a hacer una tarea específica, también son acciones válidas. No todxs tienen el tiempo de quedarse, sostener y acompañar a largo plazo. Y en eso, de nuevo, cada unx tendrá que ser consciente cuáles son sus herramientas y recursos disponibles. Pero quizá puedas elegir una única causa y colaborar regularmente con esa, a la distancia, con lo que puedas, pero generar un vínculo social con aquellxs a quienes estás ayudando, pensar, cada tanto, cómo vendrán, cómo estarán, tener algún contacto de referencia; generar un lazo, sostener, acompañar, más allá del recurso material ofrecido (si es que eso es lo que tendrías para dar, luego de tener en cuenta los 4 principios anteriores).



En definitiva, la ayuda social se trata mucho más de volver a confiar en el otrx, mirarnos a los ojos y saber que nos tenemos; se trata mucho más de saber que hay alguien ahí en quien apoyarnos y donde tender una mano cuando necesite un hombro, una fuerza, un empuje; se trata mucho más de reconectar con nuestra humanidad y el sabernos parte de un todo, donde nos necesitamos para avanzar juntxs.

Ayudarnos mutuamente va más allá de lo que se entrega en sí mismo en ese primer acto solidario. Ayudarnos es compartir una visión de vida desde la unidad y la compasión, es desear profundamente que el otrx esté bien, pueda disfrutar, pueda aliviar sus dolores y pueda seguir creciendo. Ayudarnos mutuamente es la intención genuina de contribuir con consciencia y compromiso a la evolución colectiva de un mundo mejor.


 Natalia Massaferro

 

Comentarios

  1. Wow! Tan simple y tan claro!! Creo que esto es algo básico para la vida y todos deberíamos saberlo. Siempre hablo que las nuevas generaciones vienen con esto ya incorporado (eso creo yo) o por lo menos tienen más facilidad de aprenderlo. Gracias! Saludos, Juan.

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Demandamos lo que nos faltó

la construcción sistémica de nuestras heridas Ayer, hablando con unas amigas, algunas expresaron la incomodidad que sienten cuando a sus parejas (hombres) les sucede algo y no lo expresan con palabras y quedan por horas, o días, en estados de negatividad, represión, angustia, enojo sin hablar. Y, quien acompaña, tiene que hacer malabares anímicos para sostener esa situación. Y eso agota, angustia y se vuelve sumamente incómodo para ambas partes. Me gustaría aportar un análisis socio-espiritual sobre esta situación para, quizá, ofrecer algo de claridad en un escenario tan sutil pero complejo. Por un lado, en nuestros vínculos más íntimos siempre demandamos aquello que nos faltó en la infancia. Y, por el otro, buscamos todo el tiempo compensar esas faltas con nuestras propias conductas. Y todo esto es causa de un entramado social y sistémico . Veamos esto por partes. Si tu pareja, ante una situación determinada que le genera malestar, frustración o enojo, decide no comunicarse desde el

¿Querés ser millonarix?

Necesito decir algo que ninguna persona que vende cursos para manifestar tu abundancia económica te va a decir. Los recursos materiales en este mundo son finitos. Y cuanta mayor riqueza vos generes, hay personas que reciben menos, que se ven más limitadas, que no encuentran la manera. Es matemático y lógico. Pero además de eso, tiene que ver con un entendimiento compasivo de la vida en sociedad. Hace unos días leí una frase por ahí que decía algo así como “Mi proyecto es coherente con la vida millonaria y abundante que quiero atraer a mi vida” Me sobresaltó. ¿Cuál es la búsqueda tras ser una persona “millonaria”? ¿Qué deseo te mueve hacia eso? ¿Cuál es la necesidad de recaudar millones? ¿No aparece, de algún modo inconsciente, otra vez esa necesidad de reconocimiento que tanto te dicen que tenes que poder revertir para recibir la “abundancia que te merecés”? Porque sí, todxs entendemos que la abundancia es un estado de consciencia, un estado de gratitud y conexión con el entorno. L