Hace un tiempo,
en historias de instagram, compartí parte de mi proceso de aprendizaje
de ese momento: la insatisfacción, la dificultad para relajarme y disfrutar del lugar
que habitaba. A raíz de eso, muchas personas me escribieron compartiendo también
sus procesos similares. Varios testimonios publiqué en historias y otros
quedaron en la intimidad del chat.
De cada
mensaje, rescaté una frase o una idea. Y quiero, en este texto, desarrollarlas
un poco para desentramar las redes que se tejen cuando nos invade la
insatisfacción y la necesidad de control.
¿De qué
hablamos cuando hablamos de sostenernos, de entrega y rendición; de pasos
livianos, de elecciones conscientes que nos generan malestar; de nutrirnos y
putear?
Bueno,
acá les cuento un poco mi perspectiva de todo eso.
Empecemos!
· “De algo nos estamos protegiendo”
En ocasiones, sentimos que nuestra mente no
comprende los procesos que estamos transitando. Nos resistimos, nos enojamos,
queremos romper todo. ¿Por qué me pasa
esto a mí? ¿Por qué no sucede aquello que tanto quiero y por lo que he
trabajado tanto?
Pasamos por la razón situaciones que no tienen,
al momento, sentido ni explicación.
Lo cierto, lo verdaderamente cierto, es que
nuestro espíritu sabe y hay algo de lo que nos está protegiendo. La
incertidumbre, la falta de control, el sentir que no tenemos suelo bajo
nuestros pies, no es otra cosa que un sacudón para despertar.
- “No quieras entenderlo todo”
Hay información que aún no llega, que aún no
decanta, que aún no se integra. Y si así es, será porque no es momento. Porque
nuestro espíritu elije protegernos de ciertos entendimientos.
Porque saber todo, entender todo, encontrar
sentido a todo, puede que nos confunda, puede que nos lleve a querer acelerar
los tiempos.
Entender los motivos profundos de cada emoción
que transitamos es una búsqueda inconsciente de tener el control de la
situación. Y, a veces, creer entender las causas de mis aflicciones, solo hace
que me desligue de ellas y tire “afuera” las responsabilidades de mis
angustias.
Entender, sí, pero cuando la info decante sola.
Sin forzar.
- “Dentro tuyo están las respuestas”
Como es nuestra alma la que sabe y no nuestra
mente, para conectar con esa información es necesario volver a eje, volver a
casa, traernos a nosotrxs mismxs. Dejar de mirar afuera, compararnos, medir
todo con varas que ni siquiera nos pertenecen.
Dejar de buscar la satisfacción en el entorno, de
observar con ojo crítico todo lo que sucede y NO ESTÁ BAJO NUESTRO CONTROL.
Lo único que podemos controlar (y hasta ahí), es
nuestra respiración, nuestra mente, nuestro cuerpo. O, al menos, podemos
aprender a hacerlo.
Cuando estemos con la mirada puesta demasiado en
lo que sucede alrededor, cuando todo parezca derrumbarse, cuando todo lo
que exista en mi entorno no me convenza, vuelvo a mí.
Volver a mí es la medicina. Y cada unx
sabrá cómo es su mejor manera de volver.
Volver para no perdernos, para sostenernos. No volver con la necesidad de entender todo, no volver para buscar respuestas a cada emoción que siento y, entonces, tener el control sobre ella. Volver para tenerme, para abrigarme, para tratarme con ternura.
- ¿Cómo sostenernos cuando no sabemos ni por dónde?
Respirar.
“Cierro
los ojos, me llevo las manos a la cara y respiro”, dijo
una chica en su mensaje.
Cuando siento que todo se enreda, vuelvo a mí y
respiro.
Cuando no sé cómo, ni dónde, ni con quién:
respiro.
No todo se trata únicamente de ir a mil clases de yoga, terapias,
rituales, meditar, escribir, comer sano y bla bla…
Sí, claro, todo eso en tanto te haga bien y sea parte de tu práctica consciente para volver a vos. Pero a veces, tan solo, se trata de respirar, profundo, lento, liviano.
No hay manera que en tu propia respiración no
te encuentres. Real, si cerrás los ojos y respirás con todo lo que estás
siendo, no hay manera que no vuelvas a vos.
Ni hablar si podés prepararte un entorno
adecuado: musiquita, altar, velas, sahumos, luz tenue. Y todo lo que te
conecte.
Respirar.
Respirá para sostenerte.
Respirá para recuperarte, para tenerte, para
volver a confiar en vos. Respirá porque estás acá.
Dale, respirá ahora, profundo. Cerrá los ojos y
dedicate unos instantes.
- “Ya no cargo con el peso de querer maravillarme con todo”
¿Es realmente necesario que todo nos maraville,
que veamos la "luz" en todo lo que nos rodea, que cada suceso, objeto y persona
nos recuerde lo "mágico" del mundo?
A mí me resulta un poco forzoso y, por ende,
agotador.
No solo que no es real, porque también existe la
oscuridad en todo lo que vemos, sino que nos exige tener que tener una posición
ante la vida que implica un esfuerzo psíquico que, al menos yo, no tengo ganas
de sostener.
No puedo ver la vida, todo el tiempo, como magia pura, como instantes continuos de oportunidades. No puedo ver el paisaje en el que vivo cada día desde un lugar de asombro. No puedo, no, no quiero. Porque, a veces, sí puedo. Quizá cuando lo necesito o cuando estoy en esa frecuencia de ver todo como una peli. Pero está bien si no vemos lo positivo de las cosas, está bien si nos copa más putear, enojarnos, quejarnos. Está bien que por más que vivamos en un lugar “soñado” para nosotrxs no lo sea.
El otro día le decía a mi compa, “muchas personas romantizan vivir acá, pero
hay que vivir acá.”
A veces, visto desde afuera, la vida de otrxs es
la soñada, pero no tenemos NI IDEA en qué consiste.
Así que, para maravillas, ya hay 7 (o más) en el
mundo.
Yo me quedo con lo real.
- Elegir no implica siempre plenitud
Esta frase la construí para responderle a
alguien que me preguntaba si yo estaba eligiendo vivir acá o, si tanto me
quejaba de mi entorno, entonces por qué me quedaba.
Claro que su mensaje me incomodó y, de algún
modo, le contesté que las elecciones que hacemos en la vida no siempre nos
llevan a lugares de gozo y plenitud. Y, creo, no por eso hay que salir
corriendo a la primera de cambio. ¿Dónde está el crecimiento y la
transformación sino?
He elegido parejas que no fueron nada “felices”,
he elegido y sostenido trabajos que sentía que torturaban mi salud mental. He
elegido amistades y he hecho un esfuerzo por mantenerlas, sabiendo que no era
yo cuando estaba en esos vínculos. Y he sostenido, hasta lo que sentí poder y
hasta lo que mi integridad lo permitió, para crecer.
He elegido destinos de viaje que no me
convencían del todo, pero intenté conocerlos para ver qué era lo que no me
gustaba.
Tampoco se trata de bancar cualquier circunstancia. Cada quien sabrá hasta dónde. Pero elegir, no implica necesariamente vivir en armonía y gozo permanente. Es mucho más real y mucho más humano que eso.
- “Elijo nutrirme y putear”
Elegimos palabras, vínculos, trabajos, lugares
donde vivir, personas con quienes compartir. Tomamos decisiones todo el tiempo,
elegimos entre infinitas posibilidades, porque sí, siempre hay opciones.
Pero haber hecho una elección no implica que tenga que guardarme las quejas que esa misma elección me provoca. No implica que tenga que forzar una felicidad barata porque “yo elegí entonces a bancársela”.
Pero “Si lo elegiste, disfrutá, sino andate.” Claro, como si fuera tan simple.
Eu!, me
estoy dando cuenta que yo misma he dicho mucho esa frase. Cuando se ve de
afuera todo parece más sencillo.
Ojo con quienes te exijan disfrute como tu
responsabilidad ante tus propias elecciones. O, “si te quejás, entonces correte de ahí y listo.”
Lo que estemos transitando puede, también, estar
nutriéndonos, haciéndonos más fuertes, más sabixs, más adultxs, más confiadxs.
Entonces aprendo de lo que transito y, cuando lo siento, también puteo por lo
que transito.
- “¿Por qué no me relajo y entrego donde estoy?”
Porque no y punto.
Desromanticemos la “relajación” y el “disfrute” constantes.
Para ciertas personas, disfrutar es todo un esfuerzo de voluntad. No cualquiera disfruta y se relaja porque sí todo el tiempo en todo lugar. Esto tiene mucho que ver con nuestras elecciones. Sí, a veces elijo y, a pesar de elegir, no disfruto.
Listo, sin problemas. No nos martillemos la
cabeza con que TENEMOS QUE disfrutar, gozar, sentir, relajar, pasarla bien. ¡Es
mucho!
A ver, tampoco se trata de vivir la vida en un
mar de lamentos y queja permanente porque eso se vuelve un bloqueo y ahí no
hay crecimiento.
Pero sentirnos inconformes, incómodxs, molestxs
y quejosxs cada tanto, está bien. Está
bien permitirse el displacer. No todo tiene que ser goce y virtud.
Como siempre, todo se trata de encontrarnos en el equilibrio.
- Cuando el movimiento se vuelve escape
Una vez una terapeuta, hace ya varios años
cuando yo viajaba cada vez que mi trabajo me lo permitía, me dijo algo así como
que mi deseo constante de viajar tenía que ver con escapar. Fue una frase muy
al pasar, ninguna de las dos se agarro de eso y no profundizamos. Tanto que,
tiempo después le pregunté sobre eso que había dicho y me confesó que no lo recordaba.
Hoy, vuelve a mi memoria. Cuando el movimiento se vuelve escape de lo incómodo. ¿Está mal?
No, por supuesto. Nada está mal ni bien. Cada cosa es como es según lo que
vayas sintiendo, lo que vaya resonando con vos.
Hoy, a mí, me resuena que mis ganas de
movimiento, mi DESEPERACIÓN por el movimiento, tiene más que ver con una
necesidad de escaparme de la quietud que ya mi cuerpo no soporta; escaparme de
lo lento y lo profundo, del silencio y la soledad.
Se me representa como un estado de abstinencia.
Ese momento en el que la persona que ha dejado de consumir cierta sustancia se
desespera por volver a consumirla, todo su cuerpo se lo pide y no hay forma que
su mente evada esa demanda interna.
Eso me pasa. El movimiento es mi droga-escape. Como lo es cualquier adicción: cualquier elemento, vínculo, actividad que usemos-hagamos desde la intención de sacarnos de un lugar incómodo. La búsqueda es corrernos de eso que nos molesta, que pica, y llevarnos fuera de nosotrxs mismxs porque quedarse, duele.
En mi caso, sostenerme en la quietud y en la soledad activa toda mi energía traumática. El movimiento, entonces, es mi válvula de escape, mi salvavidas.
- “Transitando mis barros para dar nuevos pasos, más livianos”
Ya conocemos la frase “sin barro no hay loto”.
Bueno, esta que compartió una seguidora habla de lo mismo. Transitamos
nuestras oscuridades, nuestras sombras, nuestras mierdas, nuestros lugares
incómodos e indómitos, para luego avanzar, suavecito. Para florecer, para
compostar aquello que nos dolió, aquello que nos jodió en algo nutritivo,
sabroso y transformador.
“La búsqueda es infinita, el espiral perfecto”, es
una frase de mi Oráculo “Hacete Cargo”. Parece que pasamos siempre por los
mismos lugares incómodos, pero no, cada vez que transitamos esas experiencias
estamos más evolucionadxs, más despiertxs. Y esa es la búsqueda infinita, la
evolución y el despertar de consciencia. En esta y en cada una de nuestras
siguientes vidas.
Entonces, cada vez que transitemos nuestros
barros, esos momentos de contracción, incomodidad, angustia, ansiedad,
abracemos suavemente nuestra sombra. Y sepamos, que todo pasa, siempre pasa, y
luego renacemos, volvemos a surgir con expansión y crecimiento.
Así, igualito que la flor.
- Sostenernos en Buda y en Diablo. Sostenernos humanxs
Una amiga me contó, con todo esto de estar en
modo queja, que había empezado yoga y el primer día se sentía full conectada,
super espiritual, un “Buda”, dijo. Y al otro día, se levantó de mal humor,
odiada, “llevada por el Diablo”.
Y sí. Eso es la vida.
No podemos pretender estar 24/7 en un pedo
espiritual. No sería real. Nos pasan cosas por el cuerpo. Y muchas de esas
cosas tienen que ver con el entorno social en el que vivimos.
Si no podemos controlar nuestros pensamientos y
nuestra respiración, mucho menos podemos hacerlo con nuestro entorno. Y, en
ocasiones, es lo que más nos afecta.
Así que, humanxs, paciencia.
Habrá días donde todo es bello, budista, placer, goce espiritual y
positivismo, donde todo es creatividad, alegría y crecimiento.
Y habrá otros, en que no nos bancamos ni
nuestras propias pestañas.
¡¡Y ESTÁ BIEN!!
¿Quién nos dijo que tenemos que vivir en
plenitud?
Ojo con comprar esos discursos moralistas de
“creá la vida de tus sueños” y toda esa huevada que no hacen más que exigirnos
en llevar una felicidad impostada que nos pesa en la espalda, en las caderas y
en los tobillos.
Otra mujer me contó que en una consulta
con un psiquiatra una vez ella le comentó que se sentía mal, abrumada, etc. Él
le consultó si seguía haciendo yoga y esas cosas que le hacen bien y ella le
dijo que sí y que cuando las hace se siente súper armónica, entusiasmada y
tranquila, pero después, volvía al estado de melancolía, angustia y malestar.
El psiquiatra, entonces, le contestó algo así:
“¿Y vos qué preferís, 24hs de sentirte mal o una hora de sentirte plena? No podemos estar en plenitud las 24hs del día. Eso está bien, es normal y hay que aceptarlo.”
Hacer cosas que nos hacen bien para nutrir
nuestro espíritu, nuestro cuerpo, nuestro intelecto. Hacer nuestras actividades
medicina para darnos amor, sostenernos, nutrirnos. Un ratito cada día,
lo que podamos y sintamos necesario.
Luego, si el humor va virando para el ojete
porque me pasó tal cosa, me acordé tal otra, me crucé con tal gil, está bien.
Dejemosló. Transitemos esa incomodidad y mañana, a empezar de nuevo.
Lo más probable es que, cuanto más sostengamos
con disciplina y consciencia, aquellas cosas que nos hacen bien, los humores-diablo vayan disipándose o,
al menos, no se prolonguen tanto.
Mientras, aprender a sostenernos en la complejidad que somos: humanxs.
Comentarios
Publicar un comentario